26 octubre 2020

La coronación del poeta D. Manuel José Quintana (I)


Corona y retrato de D. Manuel José Quintana.
La Ilustración Española y Americana, nº 13, 8 de abril de 1893, p. 236. 

    Durante el Bienio Progresista (1854-1856) el Senado de España no estuvo constituido, puesto que las Cortes Constituyentes encargadas de elaborar una nueva constitución eran unicamerales, formadas únicamente por el Congreso de los Diputados, tal y como recoge el Real Decreto de convocatoria de Cortes del 11 de agosto de 1854. No obstante, a pesar de esta inactividad parlamentaria de la Alta Cámara durante los años del Bienio, el Palacio del Senado acogió en 1855 uno de los actos solemnes de mayor trascendencia de la época: la coronación del poeta don Manuel José Quintana y Lorenzo. Numerosas han sido las crónicas y reportajes que se han hecho acerca de tan señalado acontecimiento. Han escrito sobre ello don Victorino Tamayo, don Antonio Sánchez Moguel, don Manuel Cañete, don Vicente Barrantes, don Miguel Agustín Príncipe o don Tomás Luceño entre otros.

    El origen de aquella ceremonia se encuentra en el artículo publicado el 14 de septiembre de 1854 en La Iberia y firmado por todos sus redactores, encabezados por Pedro Calvo Asensio, director del periódico. En aquellas fechas se estaba representando en el teatro de Variedades la obra de Quintana titulada Pelayo, y los jóvenes redactores y poetas de La Iberia idearon el artículo mencionado, en el que se ensalza la figura de Quintana hasta tal punto que hablan de él como «un modelo de virtud, un coloso de sabiduría, […] ese genio divino, ese sacerdote de la gaya ciencia». Piden a «la literatura, las ciencias, la administración, el comercio, la industria, el pueblo en masa» que se unan a su iniciativa para ceñir sobre la cabeza de Quintana la corona de laurel, reservada para la gloria de los más eminentes poetas[1].

    La acogida con entusiasmo por parte de la prensa y público fue unánime, según relata Vicente Barrantes. El mismo día que se publicaba el artículo en La Iberia, en la redacción de Las Novedades se reunió una junta de periodistas (directores y redactores de diversos periódicos), entre ellos Pedro Calvo Asensio, donde se acordó formar una Comisión encargada de obtener los medios y organizar la ceremonia de coronación, pidiendo para ello la incorporación a esta comisión de personas como don Juan Eugenio Hartzenbusch o don Joaquín Maracci. Para poder costear la corona de oro se abrió una suscripción  nacional, que no tardó en cubrirse, y se le encargó su fabricación al director de la platería de Martínez, don José Ramírez de Arellano. En la corona podía leerse:


Al gran Quintana,

la prensa periódica,

los amantes de las glorias de España,

la nación entera.

1855.


Corona de oro de Manuel José Quintana.
 Jorge Maier, Antigüedades siglos XVI-XX: Catálogo del gabinete de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2005, p. 47.


    La Comisión se dirigió al Gobierno, concretamente al presidente del Consejo de Ministros, el general don Baldomero Espartero, con el fin de pedir autorización para hacer la ceremonia y la respuesta no pudo ser más complaciente: «Con mi dinero y con mi persona puede contar la comisión para todo aquello que redunde en honra y gloria de nuestro insigne vate». Ante la propuesta de que fuera él quien coronase al poeta, Espartero afirmó: «El gran poeta es amigo mío, es un buen patricio; es de los últimos representantes de una generación heroica; y cuanto yo haga por él, me parecerá siempre poco. Si la Comisión me lo permite, formaré parte de ella para solicitar de S.M. que le corone por su mano»[2]

    De esta manera, el jueves 2 de marzo de 1855 a las seis y media de la tarde fue la comisión recibida en el Palacio Real para, por boca de Hartzenbusch, comunicar a doña Isabel su propuesta. Ella expresó el amor y admiración que sentía por su antiguo ayo y maestro y se mostró dispuesta a imponerle la corona de laurel cuando así se dispusiera. Igualmente, encargaría la fabricación de una bandeja de plata para la corona por valor de 1500 duros a la platería de Martínez y al día siguiente de la reunión la comisión recibió un oficio del Intendente de Palacio comunicando el envío de 6000 reales. La bandeja tenía la siguiente inscripción:


Isabel II

á su muy querido ayo y maestro

Quintana.


Bandeja de plata de Manuel José Quintana.
Jorge Maier, Antigüedades siglos XVI-XX: Catálogo del gabinete de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2005, p. 49.

    Entre los puntos más importantes de la organización de la solemne ceremonia figuraba la elección de la fecha y el lugar en que debía llevarse a cabo. Se escogió el 19 de marzo, festividad de San José, con el fin de unir en una misma fecha la celebración de la onomástica de Quintana y su homenaje público. No obstante, las aspiraciones de la Comisión se vieron truncadas al fallecer el 10 de marzo en Trieste don Carlos V, tío de doña Isabel, que decidió guardar luto por él. Por tanto, la fecha para la coronación se pospuso al domingo 25 de marzo.

    En cuanto al lugar idóneo para la ceremonia se barajaron unos cuantos, desde el salón de grados de la Universidad de Salamanca (desechado por carecer de tribunas y ser reducido su espacio), el teatro de Oriente, la iglesia de Atocha, el Salón del Prado, etc. Todos fueron rechazados. Querían un espacio que diera solemnidad y distinción al acto, y encontraron en el Salón de Sesiones del Senado el lugar idóneo, un espacio que cedía gustoso el marqués de Viluma, a la sazón presidente de la comisión conservadora de la Alta Cámara. Era un espacio que marcaba la historia de Quintana, en él había estado como diputado de Cortes, como prócer y como senador vitalicio.

    Y así, con la fecha y lugar fijados se procedería, sin otros contratiempos, a coronar con laurel a don Manuel José Quintana en el Palacio del Senado el 25 de marzo de 1855.


[1] La Iberia, nº 76, 14 de septiembre de 1854, p. 1.

[2] BARRANTES Vicente, Coronación del eminente poeta D. Manuel José Quintana, Madrid, 1855.

No hay comentarios:

Publicar un comentario