Eduardo Dato e Iradier. |
El 8 de marzo de 1921
España volvía a sufrir un magnicidio, el tercero en 24 años. En esta ocasión,
el asesinado fue el presidente del Consejo de Ministros, don Eduardo Dato e
Iradier. Jefe del partido conservador, había asumido la presidencia del Consejo
en mayo de 1920, la tercera vez que lo hacía. Además, también desempeñaría las
funciones de ministro de Marina. La situación política en España era
complicada, especialmente en Cataluña donde el sindicalismo anarquista había
convertido el pistolerismo en algo muy habitual. Ante tal situación Dato nombró
gobernador civil de Barcelona al general Severiano Martínez Anido, el cual
llevó a cabo políticas más represivas con el fin de acabar con el anarquismo en
la ciudad. El propio Dato sería amenazado en repetidas ocasiones, aunque nunca
llevó demasiada seguridad, ya que él mismo la rechazaba. Algo que muchos no se
explicaban.
El martes 8 de marzo de
1921, Eduardo Dato pasó la tarde en el Senado, buena parte de ella en el
despacho de Sres. Ministros (hoy despacho del secretario 1º). La sesión comenzó
a las tres y cuarenta minutos de la tarde y entre otros asuntos se siguió
debatiendo sobre el dictamen de la Comisión de contestación al Discurso de la
Corona. A las ocho se levantó la sesión y poco después de pasada esa hora
Eduardo Dato se dispuso para volver a su domicilio. Salió del Palacio del
Senado junto con los ministros de Gracia y Justicia y de Guerra, los Sres. don
Mariano Ordóñez y García y don Luis Marichalar y Monreal, vizconde de Eza,
respectivamente. Hablaron un rato en la Plaza de los Ministerios y se
despidieron. Antes de irse, Dato conversó también con el marqués de Santa Cruz,
ex subsecretario de la Presidencia, al que invitó a acompañarlo en coche hasta
su casa, pero el marqués se excusó al tener allí mismo su propio automóvil.
De esta manera, Eduardo
Dato montó en su coche, un «Marmon 34» sin ningún tipo de blindaje. Junto
a él no iba tampoco escolta alguna, solamente su lacayo, don Juan José
Fernández Pascual, y su conductor, don Manuel Ros. El coche puso rumbo al
domicilio de Dato, en la calle de Lagasca, 4. Marcharon en dirección a la Puerta
del Sol y de ahí a la calle de Alcalá. El coche subió la calle por el lado
izquierdo[1] y llegó a la Plaza de la
Independencia. Girando en la plaza en el borde de la Puerta de Alcalá para
entrar en la calle de Serrano[2] e ir hasta Lagasca, se
acercó hasta el coche una moto «Indian» gris oscuro con sidecar. Debido a la
aglomeración del tráfico el coche de Dato no iba a mucha velocidad, lo que
permitió a la moto colocarse a la par del coche. En ella iban tres pistoleros
anarquistas que habían sido contratados por la CNT para asesinar al presidente
del Consejo de Ministros. La moto la conducía Ramón Casanellas, detrás iba
sentado Luis Nicolau y en el sidecar se encontraba Pedro Mateu. Estos dos
últimos, empezaron a disparar repetidamente sus pistolas Máuser contra el coche
de Dato y aunque no tenían una puntería muy certera, era tal la proximidad
entre ellos y el coche (casi tocaban con las pistolas el mismo), que el éxito
estaba asegurado. Eduardo Dato se encontraba sentado a la derecha de la parte
trasera del coche por lo que los primeros disparos fueron hechos casi a
quemarropa. Uno de los disparos hirió también al lacayo, José Fernández, en la cabeza y tras los gritos de éste Manuel Ros aumentó la velocidad del automóvil para escapar de los
terroristas que siguieron disparando durante unos metros más, hasta que huyeron
sin problemas por la calle de Serrano.
Coche de Eduardo Dato tras el atentado. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
El conductor fue directo
a la calle Lagasca y posteriormente a la Casa de Socorro de Buenavista, en la
calle de Olózaga, 1. Al llegar, entró apresurado informando de lo sucedido. Los médicos salieron a la carrera y el presidente
del Consejo fue atendido por los médicos don Luis Felipe Vilas y don Adrián
García López. Todo fue inútil, Eduardo Dato había fallecido.
No se llevó a cabo
ninguna autopsia del cadáver, es más ni siquiera se llegó a desnudar el cuerpo,
se realizó un reconocimiento somero en el que se detectaron tres heridas, cuyo
resultado fue el siguiente: una en la parte inferior derecha de la región
occipital con salida por la región fronto parietal izquierda, otra en la región
malar con salida por la maxilar posterior y la última, sin salida de bala, en
el lado izquierdo de la espalda a la altura de la séptima costilla. Por tanto,
fueron tres los disparos que recibió Dato: en la cabeza, en la cara y en la
espalda, el peor de todos y sin lugar a dudas mortal, el de la cabeza.
Cadáver de Eduardo Dato envuelto en un sudario en la Casa de Socorro. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
José Fernández Pascual convaleciente de su herida en la cabeza, junto a su madre y esposa. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
A la Casa de Socorro
fueron llegando inmediatamente autoridades políticas como Fernando de Torres
Almunia, Antonio Maura, Juan de la Cierva o el presidente del Senado don
Joaquín Sánchez de Toca entre muchos otros, así como el cardenal Almaraz. Los
momentos más tristes se vivieron cuando acudieron la esposa e hijas de Eduardo
Dato. Tras enterarse de lo sucedido fueron corriendo desde el domicilio hasta
la Casa de Socorro y allí pidieron ver su cadáver.
Aunque la idea era
instalar la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados, la esposa e hijas
de Dato lo rechazaron, querían velar el cadáver en su casa. De manera que a las
nueve y veinticinco minutos de la noche el cuerpo sin vida del presidente del
Consejo fue trasladado hasta el domicilio familiar y allí se instaló sobre un
colchón en el salón rotonda, donde Eduardo Dato solía recibir a las visitas.
Las heridas fueron lavadas y vendadas por el doctor Huertas y así permaneció el
cadáver en la sala, aún con las ropas que llevaba durante el atentado. La
esposa y las hijas no se separaron en ningún momento de su esposo y padre. A
las doce de la noche llegaron los ministros del Gobierno y tras rezar de
rodillas ante el cadáver de su jefe, se reunieron en una sala a parte hasta la
una. Veinte minutos después se despidieron de la familia y se marcharon.
Durante toda la mañana siguiente se dijeron varias misas en sufragio por el alma de Eduardo Dato en los dos altares de la capilla ardiente. A las diez y media, llegaron a la casa don Alfonso XIII y su esposa doña Victoria Eugenia que tras dar el pésame oyeron la misa. La esposa de Dato se mantuvo en todo momento inmóvil, sin apartar la vista de su marido. También acudió la infanta doña Isabel de Borbón a las doce y oyó misa, tras lo cual mostró sus condolencias a la familia de Dato. Y así, innumerables autoridades fueron llegando a la casa: embajadores, el Nuncio de Su Santidad, el arzobispo de Valladolid, etc.
Salida de Alfonso XIII y Victoria Eugenia del domicilio de Eduardo Dato. ABC, nº5670, 10 de marzo de 1921. |
El día 10 de marzo sería
enterrado Eduardo Dato en el cementerio de San Isidro, aunque al año siguiente
el 10 de junio de 1922 sus restos fueron trasladados al Panteón de Hombres
Ilustres, donde hoy reposan. Se le tributaron los honores fúnebres que la
ordenanza señalaba para el capitán general del Ejército que moría en plaza con
mando en jefe, y en Madrid se celebraron solemnes exequias.
Salida del féretro de la casa mortuoria. ABC, nº5671, 11 de marzo de 1921, p. 1. |
Alfonso XIII presidiendo el duelo. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
Paso de los restos por la Plaza de Colón. ABC, nº5671, 11 de marzo de 1921, p. 3. |
La comitiva fúnebre a su paso por el Paseo de Recoletos. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
1. Comitiva fúnebre en el Paseo de Recoletos. 2. Alfonso XIII al despedirse del duelo en la Plaza de Cánovas. ABC, nº5671, 11 de marzo de 1921, p. 5. |
Las tropas desfilando ante el féretro en la Plaza de Cánovas. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
Alfonso XIII junto al Gobierno en la Plaza de Cánovas, despidiendo el duelo. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
Respecto a los terroristas
que asesinaron al presidente del Consejo, los tres huyeron tras el atentado. Éste
lo habían preparado minuciosamente durante dos meses, desde el mes de enero.
Llegaron a Madrid el 11 de dicho mes y estudiaron con exactitud el recorrido
que hacía Eduardo Dato desde que salía del Senado hasta su domicilio. Esta
impunidad, sumada a la escasa seguridad que acompañaba al presidente causó un
gran enfado:
«He aquí las medidas que la Dirección general de Seguridad había adoptado para salvaguardia de la vida
del primer ministro español: un agente veía salir al Sr. Dato de la Alta Cámara;
otro le miraba pasar desde la Puerta del Sol; un tercero, paseándose junto a la
Cibeles, comprobaba el tránsito del automóvil, y un último agente saludaba con
todo respeto al infortunado D. Eduardo en la puerta de su casa en la calle de Lagasca.
Ni un ciclista que siguiese el coche. No hablemos ya de autos, ni de
motocicletas. Sin embargo, en la Dirección general de Seguridad los hay.
[…] Una sola moto de la
Policía que hubiese seguido el coche presidencial, hubiera hecho imposible el atentado.
Y si no lo hubiese hecho imposible, por lo menos los criminales estarían
detenidos ya»[3].
Motocicleta usada por los terroristas en el atentado. Su hallazgo por la Guardia Civil permitió identificar a los asesinos. |
Pedro Mateu tras ser detenido. Mundo Gráfico, nº489, 16 de marzo de 1921. |
Tras escapar, solamente
Mateu fue detenido el 13 de marzo, ya que volvió a donde se habían hospedado
los tres antes del atentado. En cambio, tanto Nicolau como Casanellas lograron
salir de España, el primero a Alemania y el segundo a Rusia. En febrero de
1922, se consiguió la extradición por parte de Alemania de Nicolau, que junto
con Mateu fue juzgado y condenado a la pena de muerte y caso de indulto de la
misma, a la accesoria de inhabilitación absoluta perpetua. El 23 de enero de 1924,
festividad de San Ildefonso, se les permutó a ambos la condena a pena de muerte
por la perpetua, por parte del presidente del Directorio Militar, el general
Miguel Primo de Rivera, con motivo de las fiestas por la onomástica de Alfonso
XIII. No obstante, en 1931 con la llegada de la II República se les concedió la
amnistía, por lo que quedaron en libertad el 15 de abril de dicho año,
llegándose incluso a sacar en hombros a Mateu de la Prisión Central de San
Miguel de los Reyes de Valencia.
[1]
En aquel entonces, se
circulaba en Madrid por el lado de la izquierda. El cambio en el sentido de
circulación por la derecha se produjo en Madrid el 1 de octubre de 1924.
[2]
La calle de Serrano en aquella
época era de doble sentido.
[3]
ABC, nº5670, 10 de marzo de 1921, p.
7.
Prensa:
ABC de los días 9, 10 y 11 de marzo de 1921.
La Época, nº 25332, 9 de marzo de 1921.
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