Para el mantenimiento y supervisión de los relojes el Senado contó siempre con la labor de estimables relojeros. El primero del que se tiene constancia es don Francisco Yebra García, nombrado relojero del Senado el 1 de abril de 1842 y del que todavía se conserva un reloj redondo de pared. Gracias a una carta suya dirigida a la Comisión de Administración Económica el 30 de noviembre de 1859, tenemos constancia del aumento que estaba empezando a haber en la colección de relojes. Se quejaba de que debido a este aumento de relojes en la Cámara, y a que tenía que «asistir diariamente en la temporada de sesiones», era insuficiente el salario que percibía de 41 reales y 22 maravedís mensuales. Atendiendo a su petición de aumento, la Comisión acordó otorgarle 50 reales al mes.
La misma queja
trasladaría a la Comisión de Gobierno Interior años después, la siguiente casa
relojera que se hizo cargo del mantenimiento y asistencia de los relojes: la
relojería de Fanjul y González, situada en la calle del Carmen número 10 de
Madrid. En 1876 y por el mismo motivo, «una insignificante retribución» y «un
aumento muy considerable» del número de relojes, pedían que se les tuviese en
cuenta las circunstancias y se les pagase en concordancia con el servicio
prestado y con lo que cobraban otros relojeros compañeros suyos en los Ministerios
o en el Congreso de los Diputados.
Tras ellos, a finales del
siglo XIX y principios del XX, sería la conocida casa Girod, ubicada en la
calle Postas, números 25 y 27, de Madrid a la que se encargaría la reparación y
mantenimiento de los relojes, así como la compra de otros nuevos, como la
tenida lugar el 18 enero de 1896 cuando la Comisión de Gobierno Interior aprobó
la compra de diez relojes eléctricos por un valor de 1780,90 pesetas.
A partir de las cartas de los relojeros anteriormente comentadas y de los inventarios existentes en el Archivo del Senado se puede inferir que es entre los años 1858 y 1876 cuando se produce ese aumento considerable del número de relojes. Así, por ejemplo, el Senado pasa de tener ocho relojes en 1857 a un total de 22 en 1879, 28 en 1887, 29 en 1895, 34 entre 1902 y 1916, 33 en 1917 y 37 en 1923. Entre estos dos últimos años, había además dos relojes de sereno para el servicio de ronda.
De los relojes adquiridos
durante todos esos años, la gran mayoría son relojes de pared destinados para
los diferentes despachos o salas como la del buffet, la enfermería, el salón de la prensa o la portería entre
otras. Así, por ejemplo, para el Salón de Conferencias, construido en 1877, se
encargaron en París un barómetro y un reloj al óptico Ducray-Chevallier, siendo
el relojero Paul Garnier quien haría la maquinaria del reloj. Se colocarían
ambos sobre cada una de las dos entradas al Salón. El reloj no duraría mucho,
ya que sería vendido en marzo de 1895 y sustituido al año siguiente por uno de
los relojes eléctricos de la casa Girod comentados anteriormente. En la
actualidad en vez de la pareja barómetro – reloj, hay sobre las puertas una
pareja de relojes redondos idénticos de tipo ojo de buey.
El Salón de Conferencias del Senado en marzo de 1904, Asterio Mañanós. Puede verse sobre la puerta el reloj de pared de la casa Girod. |
No obstante, se puede
observar la adquisición de una importante colección de relojes de sobremesa
franceses, prácticamente todos con decoración figurativa, muy especialmente de
temas mitológicos.
En los despachos de
Presidencia encontramos dos relojes sobre las chimeneas de mármol que hay en
dos de las tres estancias. En el despacho central puede verse un conjunto de
reloj y dos candelabros de la manufactura de Sèvres del siglo XIX. El reloj es de los más originales que se conservan en la
colección del Senado por la colocación horizontal de la esfera. Este tipo
de relojes tournant tuvieron un
considerable éxito entre las clases altas de la sociedad durante los siglos
XVIII y XIX.
Reloj de la manufactura de Sèvres de la segunda mitad del s. XIX. |
El reloj, a modo de jarrón de
porcelana de Sèvres, está decorado con una pintura alusiva al rapto de Europa.
Según relata Ovidio en el Libro II de Las
Metamorfosis, Zeus enamorado de esta
princesa fenicia se transformó en un toro blanco para así poderse acercar a
ella. Europa al presentir que se trataba de un toro manso lo acarició y se
subió a su lomo, momento que aprovechó Zeus para raptarla y llevársela subida a
él hasta la isla de Creta donde tendrían tres hijos: el rey Minos, Radamantis y
Sarpedón. En la decoración se puede ver a Europa recostada en los lomos del
toro blanco (Zeus) sobre las aguas del mar y rodeados de deidades marinas.
Sobre la pareja vuelan tres putti que
con arcos y flechas simbolizan el amor que surgirá entre ambos cuando lleguen a la
isla de Creta. En la base del jarrón y a los lados del mismo hay dos figuras femeninas alegóricas a la geografía y a la historia.
Detalle del reloj. |
Acompañando al reloj hay
un conjunto de dos candelabros rematados con diversos tallos vegetales de
bronce dorado. Sobre los mismos aparecen sendas figuras de amorcillos sentados,
coronados con hojas de vid y portando racimos de uvas. La parte
central de los jarrones, al igual que la del reloj, está decorada con escenas
de la mitología grecorromana, aunque en este caso se trata de alusiones al
nacimiento de Afrodita (a partir de la espuma del mar) y del aseo de Venus, donde aparece representada con una paloma (símbolo de esta diosa) en su mano izquierda.
Candelabro con representación del nacimiento de Venus. |
Candelabro con representación del aseo de Venus. |
En otro de los despachos de la Presidencia, el que era el gabinete particular del presidente del Senado, nos encontramos con otro reloj sobre la chimenea. Está firmado por Antonio Herraiz, fundador de la empresa Herraiz y Compañía, Muebles y Bronces de Arte que prestó sus servicios de decoración a miembros de la aristocracia e instituciones como el Senado. Ejemplo de ello es la decoración del gabinete particular del presidente de la Cámara, reformado por completo en 1917 y amueblado por la empresa de Herraiz. Dentro de la ornamentación que se pensó para la sala estaba este conjunto de reloj y candelabros de bronce.
Reloj firmado por A. Herraiz. |
La parte superior
del reloj está decorada con dos figuras femeninas de bronce, una de las cuales es una alegoría de la justicia, por la balanza que tiene en su mano. Los candelabros, de decoración más clásica, muestran la
figura de un Cupido que observa a la figura del otro candelabro, la cual parece
taparse de la visión de éste.
Detalle de la alegoría a la justicia. |
En el tercero de los
despachos de Presidencia (el antedespacho) siempre lució un conjunto de reloj y
candelabros con la figura del dios Neptuno sobre la chimenea que había en la
sala, pero en 1946 se suprimió dicha chimenea y se abrió, en la pared en la que
se encontraba, una puerta que comunicaría con el despacho del Secretario Primero
del Consejo Nacional, hoy despacho de Vicepresidencia 1ª, que fue reformado por
completo en aquel año. Por este motivo, el reloj dejó de estar en los despachos
de Presidencia y pasó a estar en este otro.
El reloj destaca por la gran figura de Neptuno que hay en la parte superior. El dios va montado en un carro tirado por dos
hipocampos, animales marinos mitológicos con la forma de caballo y pez. Los candelabros con forma de
jarrón no presentan ninguna decoración figurativa más allá de las cabezas de
carneros que adornan la parte central de los mismos.
Reloj con la figura del dios Neptuno. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario