14 diciembre 2020

D. Asterio Mañanós Martínez, Conservador de las obras de arte del Senado


    Muchos son los pintores que tienen una o varias de sus obras adornando las paredes del Senado, pero solamente uno de entre todos ellos tiene el honor, además, de tener una sala con su nombre: Asterio Mañanós Martínez. Este pintor palentino cultivó diversos géneros de la pintura, desde la realización de cuadros costumbristas, pasando por el retrato o la pintura de historia y de paisajes; destacando en sus obras por el gran detalle con el que dibujaba cada elemento o personaje.

    A lo largo de su carrera como pintor, llegó a trabajar para diferentes instituciones como la Diputación Provincial de Palencia, el Banco de España, para el que pintó Visita al Banco de España de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el 28 de mayo de 1915; o el Congreso de los Diputados, para el que pintó Lectura de un proyecto de ley en el Salón de Sesiones, 1908. No obstante, de entre todas las instituciones la que marcó su carrera fue el Senado. En él entró casi al finalizar el siglo XIX, en 1899. El año anterior había recibido el encargo del senador por Vizcaya don Víctor Chávarri y Salazar de realizar una copia del cuadro La Rendición de Granada de Francisco Pradilla. Vista la copia realizada, el Senado le encargó la restauración del original y de otros cuadros en propiedad de la Alta Cámara. Gracias a estos trabajos en los que dejó muestra de «su habilidad en la materia y sus conocimientos técnicos y artísticos […] era muy apreciado entre los Sres. Senadores, que le encargaban cuadros originales y reproducciones de otros de pintores antiguos y modernos»[1].

    Durante los primeros años en los que Mañanós trabajó en el Senado, la Comisión de Gobierno Interior realizó dos adquisiciones de especial interés: dos cuadros en los que refleja con sumo detalle y realismo la actividad cotidiana y parlamentaria en la Alta Cámara a principios del siglo XX. El primero de ellos era El Salón de Conferencias del Senado, en marzo de 1904, cuya compra por 2500 pesetas fue aprobada por la Comisión en su reunión del 25 de octubre de 1904; el segundo, El acta de la anterior: Salón de Sesiones del Senado, en 1906, adquirido por la misma cantidad el 21 de noviembre de 1906.


El Salón de Conferencias del Senado en marzo de 1904.

El acta de la anterior: Salón de Sesiones del Senado en 1906.

    El excelente trabajo hecho por Mañanós en el Senado fue recompensado por la Comisión de Gobierno Interior en su reunión del 31 de marzo de 1908 al acordar su nombramiento como Conservador de las obras de arte que estaban en posesión de la Alta Cámara. El 9 de diciembre de 1911, la Comisión de Gobierno Interior autorizó a dos de sus miembros, los Sres. Senadores conde de Albox y conde de Vilches para «fijar la gratificación que ha de darse al Sr. Mañanós, como conservador de las obras de arte de este Palacio», una cantidad que sería acordada en la reunión del 16 de enero de 1912, fijándose una retribución anual de 1500 pesetas.

    Años más tarde en 1916, el senador don Ángel Avilés y Merino, presidente de la Comisión de Fomento y Conservación de la Biblioteca, solicitó la colaboración de Mañanós para la elaboración de una nueva edición del Catálogo de obras de arte del Senado, ya que la edición anterior publicada en 1903 se había agotado por el éxito obtenido. Así, al año siguiente se mandaría imprimir la nueva edición con las obras incorporadas desde la última publicación.

    En 1916, siendo presidente del Senado don Joaquín Sánchez de Toca, se continuó adquiriendo cuadros de Mañanós que ilustraban la actividad de la Cámara, así como reflejaban con todo detalle las diferentes salas del Palacio del Senado. El 3 de marzo de dicho año, la Comisión de Gobierno Interior acordó adquirir el cuadro El Salón de la Presidencia del Senado, en octubre de 1915 por 2500 pesetas. En la pintura se puede observar el despacho oficial del presidente del Senado y al fondo el despacho particular del mismo justo antes de su reforma y cambio de decoración de 1917 bajo la presidencia de don Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas.


El Salón de la Presidencia del Senado en octubre de 1915.

    Al año siguiente, el 8 de enero de 1917 la Comisión acordó aumentar la retribución anual de Mañanós como Conservador de las obras de arte del Senado de las 1500 pesetas que percibía a 2500 pesetas. En su reunión del 2 de abril, la Comisión presidida por el vicepresidente del Senado don Ramón Auñón y Villalón, marqués de Pilares, en sustitución del presidente de la Cámara don Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas, acordó adquirir el cuadro La Biblioteca del Senado: Salón de lectura, febrero de 1917 por 2500 pesetas. En la obra se puede apreciar el busto que preside la sala (hoy la preside desde el lado opuesto) del marqués de Barzanallana, impulsor de la construcción del Salón de Conferencias y de esta sala de la Biblioteca; un busto hecho por Rafael Algueró y su hijo.


La Biblioteca del Senado: Salón de lectura, febrero de 1917.

    El 24 de octubre de 1918 y bajo la presidencia de don Alejandro Groizard, nuevamente la Comisión acordó la adquisición de otra obra de Mañanós, pero esta vez por 3000 pesetas: Presentación del gobierno de la Unión Nacional en el Senado. En dicha obra se refleja la sesión que tuvo lugar la tarde del 22 de marzo de 1918, en la que el nuevo presidente del Consejo de Ministros, don Antonio Maura, presentaba ante el Senado el gobierno de concentración entre conservadores, liberales y regionalistas, que esa misma mañana había jurado el cargo como ministros de la Corona. Don Antonio Maura, puesto en pie desde el banco azul del Gobierno, se dirige a los senadores reunidos en el Salón de Sesiones: «Señores Senadores: Mejor que las comunicaciones que acabáis de oír, el hecho de vernos aquí, os atestigua que hemos sido honrados con la confianza de la Corona. La presteza con que venimos a saludaros os prueba el anhelo que tenemos de merecer la confianza vuestra, y nos dais generosa albricia y seguridad de obtenerla con vuestra acogida, por la cual, en nombre del Gobierno, os rindo las más sentidas gracias»[2].


Presentación del gobierno de la Unión Nacional en el Senado.

    Hasta 1919 Mañanós había recibido el encargo de limpiar y restaurar una gran cantidad de cuadros que estaban en el Palacio del Senado, entre los que se encontraban: los cuatro cuadros del Salón de Conferencias (La rendición de Granada, La entrada de Roger de Flor en Constantinopla, La conversión de Recaredo, Jura de la constitución por S.M. la reina regente doña María Cristina), Desembarco de los puritanos en América de Gisbert, Colecta para sepultar el cadáver de don Álvaro de Luna de Rodríguez de Losada o Sor Marcela de San Félix, monja de las Trinitarias Descalzas de Madrid, viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre de Suárez Llanos.  Este trabajo le valió el agradecimiento de la Comisión de Gobierno Interior el 29 de octubre de 1919 y el aumento de su sueldo a 3000 pesetas justo un mes después, el 29 de noviembre.

    Dos años más tarde, el 8 de marzo de 1921 Mañanós escribe a la Comisión de Gobierno Interior solicitándole, si así lo creen conveniente, adquirir la nueva pintura que en esos momentos estaba exponiendo en el Salón de Conferencias Apertura de las Cortes en 1919. El 2 de abril de 1921 la Comisión aprobó la adquisición del cuadro por un valor de 5000 pesetas, una obra que representa la Plaza de los Ministerios (hoy Plaza de la Marina Española) con ocasión de la sesión Regia de apertura de Cortes de 24 de junio de 1919, con la que dio comienzo la XXXVIII legislatura bajo la constitución de 1876.


Apertura de las Cortes en 1919.

    En el mes de junio del mismo año se realizó la petición por parte del Senado (el día 5) y del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, don Francisco Aparicio y Ruiz (el día 16), al Museo Nacional de Arte Moderno para recibir de éste en calidad de depósito el cuadro de Casado del Alisal La leyenda del Rey Monje, también conocido como La campana de Huesca. Del traslado y restauración de la pintura se encargó Mañanós con unos gastos por valor de 1340,5 pesetas. El 7 de julio, Mañanós comunica a la Comisión de Gobierno Interior que posee el primer boceto que su insigne maestro, el pintor Casado del Alisal, hizo del cuadro y su deseo de que éste figure en el Senado junto a la obra a que dio lugar. Al día siguiente, la Comisión comunicó a Mañanós su aceptación del boceto, reiterando su agradecimiento por el donativo[3].


Boceto de La leyenda del Rey Monje de Casado del Alisal que conserva el Senado.
En la esquina inferior izquierda: Primer boceto de su gran cuadro
''La Campana de Huesca'' AMañanós.

    Suspendidas las funciones del Senado y constituida la Asamblea Nacional durante el Directorio del general Miguel Primo de Rivera, Mañanós siguió trabajando como Conservador de las obras de arte del Senado. Muestra de ello es el encargo que la Comisión de Gobierno Interior de la Asamblea Nacional le hizo el 9 de julio de 1929 de limpiar y barnizar varios de los cuadros del Senado con un presupuesto de 700 pesetas. Incluso, fue merecedor de los elogios que la Comisión de funcionarios encargada del Gobierno interior del Senado le transmitió el 4 de agosto de 1927. Esta Comisión le transmitió a Mañanós su admiración por «el trabajo realizado espontáneamente por Vd. […] y que ha consistido en la limpieza y barnizado de los cuadros del Salón de Conferencias de este Palacio, operación que ha devuelto su primitivo brillo y vigor a las obras pictóricas de Pradilla, Moreno Carbonero, Muñoz Degrain y Sorolla». Hacían igualmente mención como aspecto meritorio al hecho de que Mañanós para efectuar este trabajo «ha tenido necesidad de sufragar por su cuenta el valor de los materiales empleados en la tarea, atento Vd. a las circunstancias de dotación insuficiente en que se halla el presupuesto de la Cámara.

    Por último, Mañanós pintaría un cuadro más en 1935 reflejando de nuevo el despacho central de la Presidencia, pero esta vez, y a diferencia del que hizo en 1915, visto desde el extremo opuesto de la sala[4] y ésta careciendo completamente de actividad como en sus anteriores cuadros, ya que en esas fechas, durante la II República, el Senado estaba suprimido. La obra fue adquirida por el Senado el 29 de octubre de 2020 y posiblemente sea una de las últimas pinturas realizadas por el pintor palentino antes de morir. 


Despacho central de la Presidencia del Senado en 1935.

    Aunque no se conoce con exactitud la fecha exacta de su fallecimiento, sí hay constancia de que tuvo lugar durante la Guerra Civil. En El Diario Palentino del 9 de mayo de 1939 se recoge la noticia de la iniciativa para construcción una monumental Cruz en memoria de los caídos durante la guerra: «Por los que murieron, por los que entregaron su vida por la Patria, por esos valientes y heroicos palentinos cuyos nombres son sagrados y dignos de perenne memoria. […] D. Clemente de la Riva […] nos nombra además de los héroes de la Cruzada caídos en los campos de batalla, a los ilustres palentinos que él sabe con certeza murieron martirizados o fusilados por las hordas rojas en Madrid». Entre los nombres citados figura «el preclaro Pintor palentino, don Asterio Mañanós, víctima del hambre, del frío y de la desolación»[5].

    Para concluir, tal y como se indicó al principio una de las salas del Senado recibe el nombre del pintor palentino. Se trata de uno de los dos escritorios que se construyeron a la par que el Salón de Conferencias en 1877, a ambos lados de éste, concretamente el escritorio de la derecha. Durante la etapa en la que el Consejo Nacional tuvo su sede en el Palacio, se colocaron en dicho escritorio, llamado en aquel entonces Sala de la Comisión Permanente, dos de los cuadros que Mañanós pintó para el Senado: El Salón de Conferencias del Senado, en marzo de 1904 y El acta de la anterior: Salón de Sesiones del Senado, en 1906. Por la presencia de estos dos cuadros y por la extraordinaria labor realizada por Asterio Mañanós en el Senado durante su vida es por lo que ya en la época reciente de esta Alta Cámara se ha renombrado la sala como «Sala Mañanós», lugar en el que a día de hoy tienen sus reuniones la Junta de Portavoces y la Mesa del Senado.


Sala Mañanós del Senado.


[1] Certificado de don Miguel Jiménez Aquino, Oficial Mayor, en el que se acreditan los servicios prestados por Asterio Mañanós en el Senado, 31 de diciembre de 1931. Archivo del Senado.

[2] Diario de Sesiones del Senado, nº 4, 22 de marzo de 1918, p. 30.

[3] A día de hoy, el Senado solamente conserva el boceto que donó Asterio Mañanós, ya que el cuadro La campana de Huesca se encuentra en depósito en el ayuntamiento de Huesca.

[4] Puede verse al fondo el antedespacho de la Presidencia con la chimenea que tuvo y que se suprimió en 1946, durante la etapa del Consejo Nacional, colocando en su lugar una puerta que comunicaba con el despacho del secretario 1º del Consejo, y hoy despacho de la vicepresidencia 1ª del Senado.

[5] El Diario Palentino, nº 16659, 9 de mayo de 1939.

23 noviembre 2020

La coronación del poeta D. Manuel José Quintana (III)


La coronación de Quintana de Luis López Piquer. Senado

  Visto en anteriores artículos cómo se llevó a cabo la organización y desarrollo de la solemne ceremonia de coronación del poeta don Manuel José Quintana, queda sólo por ver la manera en que se inmortalizó pictóricamente aquel episodio.

   El 12 de febrero de 1855 los señores diputados don Cipriano Segundo Montesino, director de obras públicas; don Ángel Fernández de los Ríos, director de Las Novedades; don Antonio Cánovas del Castillo, historiador; don Manuel Rancés y Villanueva, director de El Diario Español; don Eduardo Chao Fernández, publicista; y don Daniel Carballo Cousido y don Francisco de Paula Montemar, antiguos director y redactor de La Nación, presentaron en las Cortes Constituyentes una proposición de ley en la que se pedía autorizar al Ministro de Fomento para abrir un concurso entre los pintores españoles con el fin de realizar un cuadro en el que se representase el acto solemne de la coronación de Quintana. Los siete diputados querían así que la Asamblea y el Gobierno se asociasen a la solemne ceremonia.

    En la sesión del 20 de marzo se dio lectura a dicha proposición e intervino el diputado Sr. Montesino para su defensa:

    El acto de la coronación de ese gran poeta y publicista por manos de una Reina, es raro en los anales de las Naciones, y quizá el único en nuestra historia, y es, por consiguiente, digno de la época de ilustración á que hemos llegado, y de que se asocien á ella las Córtes y el Gobierno de S.M., en representación del pueblo español. Tal es el principal objeto que nos ha movido á formular nuestra proposición. Ninguna ocasión más oportuna, cuando vamos á premiar la virtud, el patriotismo y el saber de uno de los predilectos de las musas, del Píndaro de nuestra poesía, del Plutarco español, D. Manuel José Quintana. […]Digno es, pues, de los honores que se le tributen, y de que se asocie también la Cámara á estos mismos honores, puesto que valiéndome de las expresiones que él mismo dirigió á su amigo el ilustre Cienfuegos, jamás hizo de la literatura un instrumento para la tiranía y servidumbre de los demás, ni se manchó con la adulación baja, dirigiendo sus producciones á que los hombres se amasen y apreciasen unos á otros, en vez de destrozarse. Digno modelo que deben tener presente todos los que se dedican á escribir para los demás y que tengan la íntima conciencia de su profesión. […]Y por lo tanto, me siento, rogando á la Asamblea se digne tomar en consideración el proyecto de ley que hemos tenido la honra de someter á su deliberación.[1]

   La proposición fue tomada en consideración por unanimidad y se pasó a las secciones para el nombramiento de Comisión. Ésta fue constituida por las secciones en su reunión del 27 de marzo y fueron nombrados como miembros de dicha Comisión los Sres. Diputados don Cipriano Segundo Montesino, don Práxedes Mateo Sagasta y Escolar, don Francisco García López, don Camilo Labrador Vicuña, don Francisco Leonés, don Juan Bautista Alonso y don Ángel Fernández de los Ríos[2]. Días más tarde, en la sesión del 2 de abril las Cortes quedaron enteradas de que la Comisión había elegido como presidente al diputado Alonso y como secretario a Fernández de los Ríos.

    Durante el mes de abril la Comisión realizó sus trabajos y para cumplir con su encargo se sirvió del consejo de pintores españoles que comparecieron ante ella a fin de ilustrar la mejor manera de llevar a cabo la ejecución y el fin de la obra. De esta manera, fijaron el tamaño que debería tener el cuadro, el plazo de tiempo para pintarlo, la cantidad que habría de retribuirse al artista encargado de elaborar la obra e igualmente consideraron que la forma más idónea para elegir al pintor sería mediante concurso, aunque este punto lo dejaban a la elección del Gobierno por diversos motivos. El dictamen de la Comisión[3] quedó aprobado el 9 de mayo y al día siguiente se leyó en la sesión de las Cortes Constituyentes y se anunció que se imprimiría, repartiría y señalaría día para su discusión.

    En su sesión del 6 de junio, las Cortes Constituyentes aprobaron el dictamen sin discusión y en sesión de 9 de junio, tras ser devuelto por la Comisión de Corrección de estilo y declarándose estar conforme con lo acordado, habiendo un número suficiente de Sres. diputados se aprobó definitivamente el proyecto de ley. La ley[4] fue sancionada el 17 de junio de 1855 en el Palacio Real de Aranjuez y constaba de dos únicos artículos:

    Artículo 1º: Se autoriza al Ministro de Fomento, para abrir un crédito de 120.000 rs. para que en el término de dos años, y por el medio que crea más acertado, disponga que se consigne por un pintor español en un cuadro de 15 piés de ancho por 20 de alto el acto solemne de la coronación del ilustre poeta D. Manuel José Quintana, celebrada en Madrid el día 25 de Marzo de 1855.

    Artículo 2º: En el caso de que el Gobierno abra concurso para el cuadro entre los artistas españoles, el crédito se extenderá á 160.000 rs.; de éstos, 120.000 con destino al que obtenga el premio y 40.000 para el que consiga el accésit.

    Al mes siguiente, el 25 de julio, don Manuel Alonso Martínez, Ministro de Fomento, comunica al presidente de la Real Academia de San Fernando, don Ángel Saavedra Baquedano, duque de Rivas, la aprobación de la ley y solicita que la Academia se pronuncie sobre la forma más conveniente de llevar a cabo el concurso estipulado por la Ley. Miembros de la Sección de Pintura entre los que se encontraban Carlos Luis de Ribera, los hermanos Luis y Fernando Ferrant, Antonio María Esquivel o Vicente Jimeno elaboraron un programa a tal fin, que sería aprobado por doña Isabel un mes más tarde, el 24 de agosto. En dicho programa se fijaban las medidas del cuadro, la cantidad del premio y el accésit, y se establecía la necesidad de ceñirse a «la verdad del hecho en cuanto al sitio, trages, y demás accesorios». Para optar al premio se indicaba la obligación de presentar en la Secretaría de la Real Academia de San Fernando los bocetos en un plazo de seis meses junto con la partida de bautismo del pintor o el documento que acredite que se es español y otro en el que conste que la obra se ha hecho en España, así como el lema de la obra que se estampará detrás del boceto.

    Para juzgar los bocetos se fijaba la composición de un Tribunal formado por el presidente de la Real Academia de San Fernando, miembros de la Sección de Pintura de dicha Academia y personas que el Gobierno designase[5]. Así, junto al duque de Rivas, que presidía el Tribunal, se encontraban los pintores Luis Ferrant, Carlos Luis de Ribera, Antonio María Esquivel y José de Madrazo; los escritores Juan Eugenio Hartzenbusch y Pedro Calvo Asensio; y los políticos Cipriano Segundo Montesino, Martín de los Heros y Alejandro Oliván.

    Finalizados los seis meses de plazo para la entrega de bocetos en febrero de 1856, el Tribunal dictaminará el 25 de agosto que el ganador del concurso es don Luis López y Piquer con su boceto con lema: «Los Reyes honrando el mérito se honran a sí mismos». El cuadro, que terminará en 1859, tras estar depositado en el Ministerio de Fomento varios años, fue depositado a finales del siglo XIX en la Alta Cámara donde ha estado hasta el día de hoy. Tras ubicarse en despachos y en la sala de la Sección 1ª, puede verse hoy día colgado en la galería de Presidencia baja.

    La obra recoge el momento exacto en que doña Isabel ciñe la corona de oro en la cabeza de Quintana. Los dos grandes méritos de esta obra de Luis López son la gran cantidad de retratos de personas destacadas de la segunda mitad del siglo XIX (115 en total) y la fidelidad con la que dejó representado en el lienzo el Salón de Sesiones del Senado. Como alabanza al pintor y su cuadro tenemos la oda que el 29 de mayo de 1859 compuso el poeta don Miguel Agustín Príncipe titulada A D. Luis López en elogio de su bello y magnífico cuadro de la coronación de Quintana, donde ensalza las habilidades del pintor y recorre con su descripción el cuadro. Con admiración refleja en la oda lo que Luis López en su obra, hasta el mismo momento de la coronación:

Llena de encantos cual la Venus griega,

y augusto y bello su gentil semblante,

se inclina blandamente hacia adelante

como la mies que el céfiro doblega:

ambos a dos despliega

y ambos desnudos, cual le plugo hacellos

de la gracia al autor, los brazos mueve;

brazos no sé si de azucena o nieve,

mas sí que nunca los miré tan bellos.

Baja ya, pues, tus manos peregrinas

con el laurel que en ellas se atesora:

ciñe esa sien con él…que harto, Señora,

¡la adversidad la coronó de espinas!

Discordias intestinas

cárcel dieron un día al que extasiado

la Independencia y Libertad cantaba:

tú le coronas hoy. Nación esclava,

¿Quién al rango de libre te ha elevado?

Ora comprendo la actitud del Vate,

y la expresión que su semblante anima:

conmovido a su Reina se aproxima,

y le inclina la sien; mas no la abate.

De la edad al embate

¿podrá tal vez doblarse con exceso?

¡No! Que una mano a tal azar previene,

y en la mano apoyándose, sostiene

de su agobiada ancianidad el peso.

Martínez de la Rosa mientras tanto,

del Parnaso español Cisne canoro,

prestando a su actitud nuevo decoro,

también le apoya y le sostiene un tanto.

Del Vate sacrosanto

otra mano está libre. ¡Oh, cuánto en ella

de gratitud, de afecto y de ternura

aglomeró el Artista! ¡Oh, cuál fulgura

en vida y expresión, radiante y bella!

- «¡Reina de mi cariño! (así parece

el Poeta decir): ¡Alumna mía!

En mi lauro comienza un nuevo día,

y otro sol a mi Patria le amanece.

¡Gracias! El lauro crece

donde excelsos magnánimos Monarcas

no le retiran con desdén su mano:

Tenga Reyes cual tú, y el suelo hispano

Dantes y Tassos brotará y Petrarcas.»-

Mucho gozar debiste, el de Altamira,

y vosotros, Bailén, Ferraz e Infante,

al ver tan cerca en tan sublime instante

lo que en vano cantar quiere mi lira.

Retira ya, retira,

Musa mía, el laúd: Ayala, Arrieta

y Gertrudis después, el himno santo

de triunfo van a alzar…¡Ay! ¡Y entretanto

bajó a la tumba el inmortal Poeta![6]



[1] Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, nº 110, 20 de marzo de 1855, p. 3061.

[2] Ibídem, nº 121, 2 de abril de 1855, p. 3487.

[3] Puede leerse el dictamen en el Apéndice décimo al nº 150 del Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, p. 4659.

[4] Puede leerse el texto de la ley en el Apéndice sexto al nº 181 del Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, p. 5751.

[5] Puede consultarse el programa completo en La Gaceta de Madrid, nº 966, 25 de agosto de 1855, p. 2.

[6] AGUSTÍN PRÍNCIPE Miguel, A D. Luis López en elogio de su bello y magnífico cuadro de la coronación de Quintana, Imprenta de Manuel Galiano, Madrid, 1859.

16 noviembre 2020

La coronación del poeta D. Manuel José Quintana (II)


La coronación de Quintana de Luis López Piquer. Senado.

    Llegado el domingo 25 de marzo de 1855, día de la solemne ceremonia, se abrieron las puertas del Senado a las doce del mediodía para que todas aquellas personas invitadas pudieran ir entrando. El Salón de Sesiones no ofrecía una capacidad tan numerosa como a la Comisión le hubiese gustado, de ahí que todas las personas que concurrieron al acto debían llevar su correspondiente billete de invitación.

    Entre los asistentes a la ceremonia figuraban, tal y como refleja el programa del acto, «SS.MM. y AA., el Consejo de Ministros, las Autoridades de Madrid, el Cuerpo diplomático extranjero y todos los suscriptores para la corona de oro, á quienes se haya podido expedir billete. Están igualmente invitados á concurrir en representación, por medio de Comisiones ó Comisionados, el Congreso y los Tribunales, la Milicia Nacional y el Ejército, la Diputación Provincial y la permanente de la Grandeza, las Universidades del Reino, Academias, Museos, y otros establecimientos científicos, literarios ó artísticos de la Capital, las Órdenes, las Redacciones de los periódicos, los Teatros, etc.».

    A pesar de lo desapacible que fue el día, con fuerte viento y una lluvia fina, las calles de Madrid fueron engalanadas con colgaduras en balcones y terrazas. A la una de la tarde acudieron para recoger a Quintana en su domicilio, en la calle del Marqués Viudo de Pontejos 1, don Facundo Infante, presidente del Congreso, don Valentín Ferraz, alcalde constitucional de Madrid, y don Francisco de Paula Martínez de la Rosa, director de la Real Academia Española. Partieron de casa de Quintana en un coche cedido por doña Isabel y precedidos por los carruajes donde iban los miembros de la Comisión. Hicieron su recorrido por las calles de Esparteros, Mayor, plazuela de Herradores, calle de las Fuentes, plaza de Isabel II, calle de la Biblioteca (actual calle de Arrieta), calles de San Quintín y de Bailén, hasta llegar finalmente a la plaza de los Ministerios (actual plaza de la Marina Española) donde se encuentra el Palacio del Senado.

    Mientras el poeta era conducido hasta la Alta Cámara, a la una y media de la tarde hicieron acto de presencia en una de las tribunas del Salón de Sesiones el Infante don Francisco de Paula de Borbón y su hija doña Josefa Fernanda de Borbón, seguida por su esposo el diputado don José Güell y Renté[1]. Poco después, entró en el Salón el Consejo de Ministros al completo, vestidos todos sus miembros de gran uniforme con la excepción del ministro de Hacienda, don Pascual Madoz, que iba de frac.


En el piso bajo de la tribuna de honor puede verse sentados al Infante Francisco de Paula y a su hija Josefa Fernanda. Junto a ella de pie, su esposo don José Güell.

En un segundo plano, a la izquierda y con bigote, los ministros: Joaquín Aguirre de la Peña (Gracia y Justicia), Antonio Santa Cruz (Marina) y Francisco de Luján Miguel-Romero (Fomento).
En un segundo plano, a la derecha y de arriba a abajo, los ministros: Pascual Madoz Ibáñez (Hacienda), Francisco Santa Cruz y Pacheco (Gobernación) y Joaquín Baldomero Fernández-Espartero (Presidente).
En un segundo plano, en el centro, los ministros: Leopoldo O'Donnell (Guerra) y a su izquierda en la imagen, Claudio Antón de Luzuriaga (Estado).

    A las dos de la tarde, salieron del Palacio Real por la plaza de Armas doña Isabel y su esposo don Francisco de Asís de Borbón, que tras pasar por la plaza de Oriente y calle de Bailén, llegaron al Palacio del Senado a las dos y cuarto con los acordes de la Marcha Real. Ella llevaba un traje de seda bordado de verde y adornado con encajes y un aderezo de brillantes y perlas, mientras que él vestía con el uniforme de capitán general. Fueron recibidos con honores a su llegada al Palacio del Senado y acompañados por los duques de Puñonrostro, por don Luis Ángel Carondelet y Castaños, II duque de Bailén; por don Vicente Pío Osorio de Moscoso, XIII conde de Altamira; por el capitán general de Madrid, los gobernadores civil y militar y miembros del Estado Mayor.


Sentados: doña Isabel y su esposo Francisco de Asís.
Detrás del trono y de izquierda a derecha: Luis Ángel Carondelet y Castaños, II duque de Bailén; y Vicente Pío Osorio de Moscoso, XIII conde de Altamira.
En la esquina inferior derecha, de arriba a abajo y de izquierda a derecha: Rosalía Ventimiglia y Moncada, duquesa viuda de Alba y camarera mayor de doña Isabel; Águeda Bernaldo de Quirós y Colón, condesa de Puñonrostro y dama de guardia; Francisco Javier Arias-Dávila Matheu, XIII conde de Puñonrostro; Alfonso Correa de Sotomayor y Pinto de Sousa, V marqués de Mos; Francisco de Paula Fernández de Córdoba, XIX conde de la Puebla del Maestre. 

    Acto seguido, entró en el Salón de Sesiones el poeta Quintana del brazo de Martínez de la Rosa y seguido de Ferraz e Infante. Tras besar las manos de doña Isabel y tomar asiento, comenzó la ceremonia. Obtenida la venia de doña Isabel, Pedro Calvo Asensio subió a la tribuna y leyó un laudatorio discurso donde ensalzaba la obra y figura del poeta Quintana:

    «[…] Mas para pronunciarle, inclinad la frente con respeto, porque ese nombre es el del gran poeta, el profundo literato, el eminente patricio D. MANUEL JOSÉ QUINTANA, patriarca de la libertad y príncipe de los escritores contemporáneos.

    […] Se trata de un español ilustre; su nombre no es patrimonio de ningún partido, por más que en política haya abrazado determinadas doctrinas; es una gloria nacional, pertenece á la patria, pertenece á la ciencia, pertenece á la humanidad entera.

  Y esa gloria, señores, ahí la tenéis personificada en el modesto anciano que nos contempla. ¡QUINTANA! ¡El gran QUINTANA! Al pronunciar su nombre, un santo recogimiento penetra en mi ser, y mi alma se llena de una emoción desconocida.

    […] La patria prepara ya el triunfo del poeta, y para mayor esplendor, para que ese triunfo sea más grande y más honroso, el JEFE DE LA NACIÓN, con una espontaneidad y una ternura superiores á todo elogio, á vista de su corte, ante la representación de todo lo notable que encierra este país, se apresura á colocar por su mano en las sienes del afortunado VATE la corona de laurel, que le dedica la patria agradecida.

    ¡Feliz tú, QUINTANA, que recibes el lauro nacional de manos de una dama y de una REINA!»

    Finalizado el discurso, don Juan Eugenio Hartzenbusch fue el encargado de coger la corona que se encontraba en la bandeja de plata sobre una mesa, cerca del solio regio, y entregársela a don Baldomero Espartero, presidente del Consejo de Ministros, que inmediatamente se la ofreció a doña Isabel. Quintana, apoyado en Martínez de la Rosa y el general Infante, subió hasta el trono y estando arrodillado doña Isabel ciñó sus sienes con la corona de oro diciendo: «Yo me asocio á este homenaje en nombre de la patria como Reina, y en nombre de las letras como discípula».


En primer plano ayudando a Quintana se ve a Martínez de la Rosa. Detrás de ambos están Valentín Ferraz (con bastón) y Facundo Infante.

  Quintana, visiblemente emocionado y con una voz muy tenue, leyó un breve discurso de agradecimiento, haciendo muestra de una gran modestia:

    «Señora: Me levanto de los piés de V.M. condecorado por su mano con una insignia poética tan honrosa para mí como inesperada. Nada diré de mi agradecimiento, porque es inmenso y de todo punto inexplicable. Pero sí manifestaré la sorpresa ó más bien el rubor que siento en mí al considerar el lugar en que estoy y el magnífico concurso y aparato que me rodea.

    Sé muy bien, Señora, que yo no merezco tanto. Sé bien, cuán lejos estoy de aquellos grandes poetas que dieron tanto esplendor á nuestra literatura en los tres siglos anteriores. Reconozco sinceramente el superior talento de los que en nuestros días cultivan con tanto aplauso el campo de las musas castellanas.»

    Cuando terminó de leer, se gritaron sendos vivas a doña Isabel y a Quintana por parte de toda la concurrencia, y se interpretó el himno de triunfo compuesto para la ocasión con música de Emilio Arrieta y letra de Adelardo López de Ayala. Esta cantata fue interpretada desde la tribuna de público por la orquesta del Teatro Circo, con los tenores Manuel Sanz Terroba y Carlos Marrón, la tiple Teresa Rivas y otra tiple desconocida.

    Para concluir la ceremonia, subió a la tribuna la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, que recitó una oda, escrita intercalando algunos versos propios del poeta Quintana sacados de sus obras. Tras finalizar, doña Isabel y su esposo fueron acompañados de Quintana, del Consejo de Ministros, del Cuerpo diplomático, de las autoridades y la Comisión a la sala del Palacio donde la Comisión de senadores Conservadores del Senado ofreció un buffet a los invitados. Éste fue servido por el repostero Mr. Cotte y costó 14468 reales.


En la tribuna, Gertrudis Gómez de Avellaneda. Junto a ella puede verse un grupo de periodistas y escritores que de arriba a abajo y de izquierda a derecha son: Enrique de Cisneros, Vicente Barrantes, Francisco de Paula Montemar, Joaquín Marracci y Soto, Manuel Llano y Persi, Juan Eugenio Hartzenbusch, Eduardo Gasset y Artime y Pedro Calvo Asensio.

    A las cuatro de la tarde y tras la marcha al Palacio Real de doña Isabel y su esposo, Quintana fue conducido de nuevo en el regio carruaje hasta su domicilio por el mismo camino y con los mismos acompañantes que a la ida, pero esta vez precedidos por una carretela abierta donde irían depositadas y de manera visible la bandeja de plata y la corona de oro. Así concluyó aquella ceremonia preparada con ilusión por los miembros de la comisión durante varios meses y que tan celebrada y comentada fue posteriormente por escritores y periodistas.[2]


[1] El matrimonio morganático entre don José Güell y doña Josefa Fernanda hizo que ésta perdiese todos sus derechos y título de infanta en 1848, teniéndose que ir a vivir desterrados a Francia, donde residieron cuatro años.

[2] Algunos ejemplos son:

BARRANTES Vicente, Coronación del eminente poeta D. Manuel José Quintana, Madrid, 1855.

CAÑETE Manuel, Estudio de don Manuel José Quintana, Madrid, 1872.

Cartas de Pedro Fernández en La Época, nº 1850, 26 de marzo de 1855, pp. 3-4.

El poeta Quintana, coronado por Victorino Tamayo, La Esfera, nº 786, 26 de enero de 1929, p.47.

La coronación de Quintana por Antonio Sánchez Moguel, La Ilustración española y americana, nº 13, 8 de abril de 1893, p. 230.

Coronación de Quintana por Tomás Luceño, Blanco y Negro, 16 de diciembre de 1928, pp. 66-68.

26 octubre 2020

La coronación del poeta D. Manuel José Quintana (I)


Corona y retrato de D. Manuel José Quintana.
La Ilustración Española y Americana, nº 13, 8 de abril de 1893, p. 236. 

    Durante el Bienio Progresista (1854-1856) el Senado de España no estuvo constituido, puesto que las Cortes Constituyentes encargadas de elaborar una nueva constitución eran unicamerales, formadas únicamente por el Congreso de los Diputados, tal y como recoge el Real Decreto de convocatoria de Cortes del 11 de agosto de 1854. No obstante, a pesar de esta inactividad parlamentaria de la Alta Cámara durante los años del Bienio, el Palacio del Senado acogió en 1855 uno de los actos solemnes de mayor trascendencia de la época: la coronación del poeta don Manuel José Quintana y Lorenzo. Numerosas han sido las crónicas y reportajes que se han hecho acerca de tan señalado acontecimiento. Han escrito sobre ello don Victorino Tamayo, don Antonio Sánchez Moguel, don Manuel Cañete, don Vicente Barrantes, don Miguel Agustín Príncipe o don Tomás Luceño entre otros.

    El origen de aquella ceremonia se encuentra en el artículo publicado el 14 de septiembre de 1854 en La Iberia y firmado por todos sus redactores, encabezados por Pedro Calvo Asensio, director del periódico. En aquellas fechas se estaba representando en el teatro de Variedades la obra de Quintana titulada Pelayo, y los jóvenes redactores y poetas de La Iberia idearon el artículo mencionado, en el que se ensalza la figura de Quintana hasta tal punto que hablan de él como «un modelo de virtud, un coloso de sabiduría, […] ese genio divino, ese sacerdote de la gaya ciencia». Piden a «la literatura, las ciencias, la administración, el comercio, la industria, el pueblo en masa» que se unan a su iniciativa para ceñir sobre la cabeza de Quintana la corona de laurel, reservada para la gloria de los más eminentes poetas[1].

    La acogida con entusiasmo por parte de la prensa y público fue unánime, según relata Vicente Barrantes. El mismo día que se publicaba el artículo en La Iberia, en la redacción de Las Novedades se reunió una junta de periodistas (directores y redactores de diversos periódicos), entre ellos Pedro Calvo Asensio, donde se acordó formar una Comisión encargada de obtener los medios y organizar la ceremonia de coronación, pidiendo para ello la incorporación a esta comisión de personas como don Juan Eugenio Hartzenbusch o don Joaquín Maracci. Para poder costear la corona de oro se abrió una suscripción  nacional, que no tardó en cubrirse, y se le encargó su fabricación al director de la platería de Martínez, don José Ramírez de Arellano. En la corona podía leerse:


Al gran Quintana,

la prensa periódica,

los amantes de las glorias de España,

la nación entera.

1855.


Corona de oro de Manuel José Quintana.
 Jorge Maier, Antigüedades siglos XVI-XX: Catálogo del gabinete de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2005, p. 47.


    La Comisión se dirigió al Gobierno, concretamente al presidente del Consejo de Ministros, el general don Baldomero Espartero, con el fin de pedir autorización para hacer la ceremonia y la respuesta no pudo ser más complaciente: «Con mi dinero y con mi persona puede contar la comisión para todo aquello que redunde en honra y gloria de nuestro insigne vate». Ante la propuesta de que fuera él quien coronase al poeta, Espartero afirmó: «El gran poeta es amigo mío, es un buen patricio; es de los últimos representantes de una generación heroica; y cuanto yo haga por él, me parecerá siempre poco. Si la Comisión me lo permite, formaré parte de ella para solicitar de S.M. que le corone por su mano»[2]

    De esta manera, el jueves 2 de marzo de 1855 a las seis y media de la tarde fue la comisión recibida en el Palacio Real para, por boca de Hartzenbusch, comunicar a doña Isabel su propuesta. Ella expresó el amor y admiración que sentía por su antiguo ayo y maestro y se mostró dispuesta a imponerle la corona de laurel cuando así se dispusiera. Igualmente, encargaría la fabricación de una bandeja de plata para la corona por valor de 1500 duros a la platería de Martínez y al día siguiente de la reunión la comisión recibió un oficio del Intendente de Palacio comunicando el envío de 6000 reales. La bandeja tenía la siguiente inscripción:


Isabel II

á su muy querido ayo y maestro

Quintana.


Bandeja de plata de Manuel José Quintana.
Jorge Maier, Antigüedades siglos XVI-XX: Catálogo del gabinete de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, 2005, p. 49.

    Entre los puntos más importantes de la organización de la solemne ceremonia figuraba la elección de la fecha y el lugar en que debía llevarse a cabo. Se escogió el 19 de marzo, festividad de San José, con el fin de unir en una misma fecha la celebración de la onomástica de Quintana y su homenaje público. No obstante, las aspiraciones de la Comisión se vieron truncadas al fallecer el 10 de marzo en Trieste don Carlos V, tío de doña Isabel, que decidió guardar luto por él. Por tanto, la fecha para la coronación se pospuso al domingo 25 de marzo.

    En cuanto al lugar idóneo para la ceremonia se barajaron unos cuantos, desde el salón de grados de la Universidad de Salamanca (desechado por carecer de tribunas y ser reducido su espacio), el teatro de Oriente, la iglesia de Atocha, el Salón del Prado, etc. Todos fueron rechazados. Querían un espacio que diera solemnidad y distinción al acto, y encontraron en el Salón de Sesiones del Senado el lugar idóneo, un espacio que cedía gustoso el marqués de Viluma, a la sazón presidente de la comisión conservadora de la Alta Cámara. Era un espacio que marcaba la historia de Quintana, en él había estado como diputado de Cortes, como prócer y como senador vitalicio.

    Y así, con la fecha y lugar fijados se procedería, sin otros contratiempos, a coronar con laurel a don Manuel José Quintana en el Palacio del Senado el 25 de marzo de 1855.


[1] La Iberia, nº 76, 14 de septiembre de 1854, p. 1.

[2] BARRANTES Vicente, Coronación del eminente poeta D. Manuel José Quintana, Madrid, 1855.