22 octubre 2019

El marqués de Barzanallana y su proyecto de ornamentación del Palacio del Senado

    El ambicioso proyecto de ornamentación del Palacio del Senado llevado a cabo en las dos últimas décadas del siglo XIX, y del que el Senado actual es fiel reflejo, tiene nombre propio: don Manuel García Barzanallana, I marqués de Barzanallana (1817-1892). Realizó su carrera política en las filas del Partido Moderado primero y del Partido Conservador después, llegando a ser Ministro de Hacienda en repetidas ocasiones y Presidente del Consejo de Estado. Pero para el caso que nos atañe, el cargo de mayor relevancia será el de Presidente del Senado, el cual ejercerá desde su elección el 16 de febrero de 1876 hasta 1881.

Manuel García Barzanallana García de Frías, marqués de Barzanallana 
de José María Galván y Candela. 
Galería de retratos de presidentes del Senado.
    En los años que ejerció su cargo como máxima autoridad del alto cuerpo colegislador, el Palacio se encaminó a una de su mayores transformaciones, tanto arquitectónica como decorativa. Uno de sus principales empeños como presidente fue el de hacer del palacio del Senado un «edificio más amplio, más bello y lujosamente adornado»[1], siguiendo lo acostumbrado en otras Cámaras Altas europeas, como en Inglaterra, Francia o Portugal.

    Empezó la ampliación cubriendo el patio occidental del Palacio obteniéndose de este modo el Salón de Conferencias para cuya decoración, así como para el resto de estancias, realizará una detallada exposición con los motivos y mejores obras que a su juicio debería albergar el Palacio. En su exposición remitida a su sucesor en el cargo de presidente, don José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, I marqués de la Habana, le informa de que su propósito es «adornar las paredes de estos lugares con cuadros y estatuas que reprodugeran las nobles efigies de los grandes varones que han honrado y servido a nuestra patria» y que mostrasen «los hechos que eternizan el desarrollo histórico de la vida y de la civilización españolas»[2].

    El recorrido por los hechos históricos españoles que el marqués refiere en su exposición y que quiere que figuren en el Salón de Conferencias comienza con uno de suma relevancia: el Concilio III de Toledo. Aunque finalmente la obra que se encargue a Antonio Muñoz Degrain sea la Conversión de Recaredo, tenida lugar en el año 587, ésta como preludio del concilio que se celebrará dos años después en 589, marca el inicio de la Unidad Católica del reino visigodo español. No obstante, también se le concederá al Senado en 1878 el depósito del cuadro Concilio III de Toledo de José Martí y Monsó por parte del Museo Nacional.

    La representación de una escena de relevancia entre las que don Francisco de Moncada, III marqués de Aitona, reflejó en su obra Expedición de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos sería otro de los motivos para un cuadro que debería albergar el Senado. Éste será Entrada de Roger de Flor en Constantinopla de José Moreno Carbonero. El encargo a Francisco Pradilla y Ortiz de La rendición de Granada por deseo propio del marqués de Barzanallana vendría motivado por ser «el punto de partida de la grande unidad española; debiéndose a ella que este país y sus gobernantes dispusieran de medios de que dieron luego larga muestra, para honra y a la vez para provecho material de nuestro país»[3]. Y como no podría ser de otra manera el lugar escogido para exponer tan insigne obra es el Salón de Conferencias.

    Y por último, el cuarto cuadro, La batalla de Lepanto de Juan Luna Novicio, tendría su cabida entre las paredes del salón por ser en palabras del marqués «una verdadera lucha a muerte entre la civilización oriental y la occidental. Es la Salamina de la Cristiandad»[4]. Por diversas vicisitudes a día de hoy lamentablemente esta obra no figura entre las expuestas en el salón, aunque sí se muestra en uno de los pasillos del Senado.

    Con toda esta selección de cuadros y otros más encargados a los pintores españoles más señalados vaticinaba que «el Senado podría en algunos años convertirse en una especie de pinacoteca de la pintura contemporánea española que fuese preciso visitar por todos los que quisieran tener idea exacta, cabal y justa de su importancia en nuestros días»[5]. Algo que gracias a la esmerada labor comenzada por el marqués de Barzanallana y seguida por sus sucesores se ha llegado a conseguir, alcanzando el Senado en la actualidad una colección pictórica de gran importancia.
Salón de Conferencias del Senado.




[1] Exposición del marqués de Barzanallana al presidente del Senado sobre sus proyectos de ornamentación para el Palacio (8 de julio de 1882). Archivo del Senado.
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Ídem.

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